Saturday, July 26, 2008

Hablar de Borges



Me he sentido tentada a disculparme por hablar de Borges, a excusarme porque a pesar de mis pocos conocimientos sobre el escritor incurro en esta osadía. Esa tentación es en parte de lo que quiero hablar, del “efecto Borges.”



Cada vez que un estudiante o académico cita a Borges en una conferencia o en un congreso hay casi un recogimiento respetuoso. No importa qué es lo que se diga de Borges, aunque parezca una nimiedad, la respuesta va a ser igualmente una risa cerrada celebrando el “ingenio” del escritor. Y el estudiante o académico con un respiro podrá continuar más serenamente su presentación, ya que si ésta no es tan mala, Borges será efectivo como una formula mágica: su palabra habrá creado un espacio de solaz para todos, una tregua de descanso. Porque escuchar a Borges es en parte descansar, ya que la palabra de Borges no se discute, simplemente se “disfruta”. Y no me refiero solo a que fácticamente no he visto a nadie argumentando contra el escritor, sino a que ni la mera posibilidad existe porque Borges es usado perentoriamente: de manera incontestable.



Evidentemente, los méritos de Borges –del Borges que más se conoce, del cuentista– en lograr ese efecto no son pocos. Para mi, él puede ser visto como una excepción. Si se piensa crudamente, los escritores escriben sobre su vida. Sutil o no tan sutilmente subliman su vida, respetando la distancia a la que les permite acceder su real experiencia. Borges, en cambio, tiene una forma especial de escribir. Es como si escribiera “a pesar de sus experiencias,” como si escribiera con puro virtuosismo. No me refiero solo a que no cuenta la historia de su vida, sino que a su escritura evita la experiencia en sí misma. La literatura de Borges crea su efecto al emparentarse más con el conocimiento que con la existencia.



En otras palabras, Borges logra su efecto mediante la creación de un espacio maravilloso, de otro mundo, de un mundo que pretende estar más allá de la experiencia y existir independiente de ella. El error de la academia, por lo menos el de la norteamericana, es tomar este espacio fantástico al pie de la letra y verlo como un espacio más allá del bien y del mal o como un terreno indiscutible de autorización intelectual. No por nada, según Borges, es necesario escribir como si no se supiera del todo qué es lo que sucede. La duda y la extrañeza me redimen de toda responsabilidad. Nunca soy yo el autor, aunque es mío el ingenio de invocarlo o mantenerlo a la distancia.



















3 comments:

Irene Domingo said...

ya sé a lo que te refieres pero, aunque estoy de acuerdo en que cualquier cita vacía es innecesaria y, más aún, insoportable si es pedante, no estoy tan de acuerdo en lo que respecta al contenido de las obras de Borges.
para mí lo bueno y bonito que tienen es que unen lo estético con un argumento que, aparentando hablar de algo irreal, no puede ser más real. y no sé si si o si no la gente escribe de su vida, pero de cualquier modo la vida de uno puede estar girando en torno a la vida en general y eso es lo que me da a mi su literatura. es quiza subjetiva también mi postura pero me parece que ytraza un puente entre lo estético, lo literario, lo abstracto y lo real.
lo de la duda, sea o no fingida, creo q es siempre la mejor postura ante la vida. y, en ocasiones, en sus textos, es sólo un juego, que también es de agradecer si apunta a otras direcciones.

Paulina Soto said...

ah, es que yo justamente pienso lo contrario, que la duda no es la mejor postura ante la vida siempre y pienso también que es muy marketeable, si se puede decir así, no yo pienso que la duda es una ideología que pone de moda y estetiza borges.

Irene Domingo said...

a si? bueno, qyiza me ocurra que es la ideologia que mejor se acomoda conmigo y por eso la quiero considerar la mejor.
de cualquier modo igual hay que reconocer que supo ver que eso tiraba.
también puedo entender por qué a tí no te convence, no creas.